
Chirac como mono porfiado

Otra causa para el “Non” fue que la “gauche” le pasó la factura a Chirac por hacerse el desentendido con el triunfo de la izquierda en las elecciones regionales del 2004 y no darle la correspondiente cuota de poder en el gobierno. En represalia el Partido Socialista llamó al voto negativo. También pesó la crisis del desempleo del 10% que se arrastra desde hace quince años. A los franceses tampoco les gustó que la Euroconstitución consolide un modelo económico neoliberal, al promover explícitamente en su texto un mercado de libre. Pero lo fundamental estuvo en el repudio del pueblo a Chirac. Debido a esto, Barozet calificó el rechazo como coyuntural.
La apuesta del Consejo Europeo es que el sucesor del mandatario galo logre enrielar a Francia, país fundador y motor económico de la Unión junto a Alemania, en este proceso de ratificación que, según el presidente de turno del consejo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, entró en una etapa de debate y reflexión hasta el 2007, año en que precisamente Chirac entonará la canción del adiós. Dinamarca y Portugal anunciaron de inmediato la postergación de sus respectivas consultas populares.
Pero si este “non” coyuntural no asustó tanto a los líderes europeos, ya que se podría revertir, sí les preocupó el rechazo de los holandeses (62%), porque se le estimó estructural, es decir, de motivaciones más permanentes que de simple reprobación al gobierno del Primer Ministro Jan Meter Balkenende. Para el analista holandés Alfonso Dingemans (a la izquierda, en la primera foto), otro de los expositores en el seminario de Idea, el “nee” de sus compatriotas sorprendió por los motivos nacionalistas que se esgrimieron (pérdida de identidad y de poder en su propio territorio), en circunstancias que los habitantes de los Países Bajos se consideran a sí mismos como lo menos nacionalista que hay.
Sin embargo se mueve

En realidad, se trata de un proceso que ha avanzado con lentitud desde que en 1951 se creara la Comunidad Europea del Carbón y el Acero. Hay éxitos importantes como el levantamiento de las fronteras y la instauración del euro -que sintió la onda expansiva del rechazo en Francia y Holanda y se mantuvo en pie-, pero también fracasos como la política exterior y de seguridad común.
Ahora los 25 gobiernos de la Unión deberán buscar la manera de convencer a sus pueblos para que acepten la Euroconstitución. Porque son las elites gubernamentales, parlamentarias y partidarias las que respaldan casi mayoritariamente este tratado de carta única, que ya ha sido ratificado por diez países: Alemania, España, Italia, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Austria, Grecia, Lituania y Letonia (se requiere la unanimidad de los 25).
Elites están en otra
Según los analistas que participaron en el seminario de Idea, este alejamiento entre las elites y las masas es el origen del descontento popular expresado en el rechazo a la Euroconstitución en Francia y Holanda. Hace un mes, los ciudadanos comunes y corrientes permanecían al margen del proceso. Es probable que la gran mayoría no haya leído siquiera alguno de los 448 artículos contenidos en 220 páginas. Sólo en España se había realizado una consulta. En los otros, sus respectivos parlamentos habían refrendado el texto sin mayores contratiempos, hasta que a las administraciones de Jacques Chirac y Jan Meter Balkenende, por una obligación político-moral y no jurídica, se les ocurrió someterlo a referéndum. Resultado: Un castigo al fracaso de la clase dirigente para solucionar los problemas más inmediatos.
Pero los políticos del Viejo Continente están curtidos de tanto luchar por la unificación y desde los escombros que dejó la Segunda Guerra Mundial han levantado una Unión Europea que se ha sobrepuesto a varios tropiezos. De momento, la integración está intacta y quieren mantenerla así para enfrentar el poder de Estados Unidos y de una China que ya asoma en el horizonte como superpotencia. Por lo mismo, la idea del status quo, como planteó Ingrid Wehr, era una fuerte posibilidad, debido a que permite seguir las negociaciones al estilo de los europeos, es decir, a un ritmo más pausado. Total, no hay plazo que no se cumpla ni gobierno que dure para siempre.